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La sociedad ya se ha
acostumbrado a recibir herencia y al recibirla es como que te ganaras la lotería;
si no la recibes o no te dan la cantidad adecuada existen conflictos y para
muchos no les importa pelearse con la propia familia con tal de recibir más que
el otro o igual, por excusas como: “Yo cuide más a mi padre que tu”, “Yo era su
engreído”, entre otras.
El proyecto de la Ley
Orgánica de la Justicia Tributaria para la Redistribución
de la Riqueza mejor conocido como Ley de las Herencias, busca equidad, justicia y menos
desigualdad por lo que solo el 0,1% de la población que tiene más ingresos se
verá afectada, de esta manera no afectará a las clases populares, ni siquiera a
la clase media y media alta. La Ley fue diseñada exclusivamente para el sector más alto de la sociedad.
El tema ha generado mucha
atención en Ecuador, pero también desinformación y, sobre todo, mala
interpretación económica sobre este impuesto, que inicialmente se anunció con
una tasa del 77.50% pero que luego fue moderado al 47,50% para los herederos
directos.
Hay que admitir que el deseo
de cada persona es ver a su hijo en una buena posición económica, además, está
claro que los padres son una importante fuente de subsidio para sus hijos, pero
ese subsidio es bastante desigual, y por lo tanto, la competencia es desigual,
lo que genera deficiencia asignatura y disparidad.
Es ilógico creer que el hijo
de alguno de los magnates del mundo o incluso de los de Ecuador tiene las
mismas oportunidades para competir que el hijo de un individuo de clase media.
Por ejemplo, "abuelo trabajador, hijo rico, nieto pobre", es claro
que si una persona está en una buena posición económica va a preferir dar su
herencia a su propia familia, por eso es que se ha comprobado que de cada diez
empresas familiares, apenas una llega a la tercera generación. En la
actualidad, las empresas familiares han perdido protagonismo porque se vive en
un mundo gobernado por empresas administradas por gobiernos corporativos, las
que logran competitividad internacional.